Creo que la pregunta que más me han hecho en presentaciones o en conversaciones es: ¿Cómo escribes literatura si estudiaste algo de ciencia?
La verdad, me desconcertó la primera vez que la escuché porque, para mí, estas dos ramas siempre han estado presentes en mi vida y han coexistido sin problema. Pero luego la analicé y me di cuenta de que sí es algo extraño, porque son muy distintas: una es muy objetiva y la otra se presta para ser más versátil.
Con este análisis descubrí que, en la actualidad, estamos acostumbrados a dedicarnos solo a un área específica y vemos casi imposible tener distintas facetas como seres humanos. ¿Por qué limitarnos?
En la antigüedad, la multidisciplinariedad era muy común. Por ejemplo: Aristóteles se desarrolló en filosofía, biología, física, ética, política, lógica y astronomía; Pitágoras, en matemáticas, filosofía, música y astronomía; Hipócrates, en medicina, ética y filosofía; Galeno, en medicina, anatomía y filosofía; Leonardo da Vinci, en arte, ingeniería, anatomía, física, botánica y arquitectura; e Hipatia de Alejandría, en matemáticas, astronomía y filosofía. Y así podría nombrar a muchos más.
¿Cuándo cambió esto? ¿Cuándo nos pusimos ese límite de seguir solo una disciplina?
Si nos remontamos a la historia, esto se produjo a partir de la Revolución Científica (siglos XVI-XVII). La transformación de científicos multidisciplinarios a especialistas fue un proceso natural impulsado por la expansión del conocimiento. Sin embargo, en la actualidad, creo que se ha retomado el interés por la interdisciplinariedad, ya que se ha visto que los desafíos actuales requieren mentes que puedan relacionar ideas más complejas.
Desde hace siglos, existe un vínculo entre la literatura y la ciencia. Aunque a primera vista pueden parecer disciplinas muy distintas, ambas buscan comprender la realidad, desde enfoques diferentes. Ambas se complementan: la ciencia proporciona conocimiento, y la literatura le da significado.
La ciencia ha sido inspiración para la literatura, por ejemplo, en Frankenstein (1818) de Mary Shelley o el Viaje al centro de la Tierra (1864) de Julio Verne. La literatura también se ha usado para comunicar la ciencia, como en el caso de Carl Sagan, quien utilizó la narrativa en su libro Cosmos para explicar el universo de manera poética y comprensible.
Estas disciplinas buscan entender al ser humano y su lugar en el universo. La ciencia lo hace a través de la observación y la experimentación; la literatura, a través de la narrativa, la poesía y la reflexión. Por ejemplo, obras como Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932) o 1984 de George Orwell (1949) exploran temas que implican el uso de estas áreas.
La literatura y la ciencia viven de la creatividad: los científicos formulan hipótesis y teorías, mientras que los escritores crean mundos, personajes y narrativas para explorar la experiencia humana.
Con esta perspectiva, se demuestra que se necesitan las dos no solo para complementarse sino también para perfeccionarse.